El estrés es el conjunto de cambios fisiológicos que se da en el organismo para adaptarse a una situación y se manifiesta afectando a todos los aspectos de la salud, siendo recientes las investigaciones que profundizan en la interacción entre la mente y el cuerpo.
¿Cuáles son los síntomas físicos del estrés?
Cuando hablamos de estrés, es de destacar que durante una respuesta de este, se dan ciertos componentes tanto neurobiológicos (neurológicos, neuroendocrino y endocrino) como respuestas emocionales, conductuales y cognitivas (pensamientos). Cierto estrés puede ser positivo, ya que moviliza toda nuestra energía para conseguir un objetivo, concentrarnos, incluso puede ser motivador y sano, pero los estresores agudos muy potentes o el estrés continuo (crónico) pueden llegar a bloquearnos y generar una enfermedad.
El estrés más habitual es el laboral, pues pasamos gran parte de nuestro día a día trabajando, por tanto, es un entorno donde es fundamental cuidarse de sufrir estrés continuado/ansiedad, para evitar problemas de salud física y mental.
Cuando sentimos que no disponemos de los recursos para afrontar ciertas situaciones, es cuando mayor estrés surge, y esto puede causar síntomas físicos tales como alteraciones en el sueño, falta de energía, cansancio, hipertensión, tensiones musculares, diarreas, dolores de cabeza, mareos, vértigos, problemas de concentración, pérdida de memoria, entre otras.
¿Cómo se pueden presentar los diferentes síntomas del estrés?
El estrés puede afectarnos a diferentes niveles, tanto fisicos como mentales, y este se reflejan de diferentes formas:
Síntomas físicos
Taquicardia y palpitaciones: El estrés puede provocar un aumento en la frecuencia cardíaca y una sensación de palpitaciones.
Tensión muscular: El estrés crónico puede llevar a la tensión y rigidez muscular, lo que puede manifestarse como dolor de cabeza, dolor de espalda o tensión en el cuello y los hombros.
Impacto en el sistema inmunológico
Debilitamiento del sistema inmunológico: El estrés prolongado puede afectar negativamente al sistema inmunológico, haciéndonos más propensos a enfermedades e infecciones.
Mayor susceptibilidad a enfermedades crónicas: El estrés crónico puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, diabetes y trastornos autoinmunes.
Problemas gastrointestinales relacionados con el estrés
Malestar estomacal y digestivo: El estrés puede afectar la función del sistema digestivo, causando síntomas como dolor abdominal, acidez estomacal, náuseas o diarrea.
Síndrome del intestino irritable (SII): El estrés crónico puede desencadenar o empeorar los síntomas del SII, como dolor abdominal, hinchazón y cambios en los hábitos intestinales.
Trastornos del sueño
Insomnio: El estrés puede dificultar conciliar el sueño o mantenerlo, lo que puede llevar a la fatiga y afectar negativamente nuestro estado de ánimo y rendimiento durante el día.
Pesadillas y sueños vívidos: El estrés puede influir en la calidad de nuestros sueños, provocando pesadillas o sueños intensos que pueden interrumpir el descanso adecuado.
Manifestaciones cutáneas
Acné y brotes de piel: El estrés puede desencadenar o empeorar problemas de la piel como el acné, la psoriasis y el eczema.
Envejecimiento prematuro: El estrés crónico puede acelerar el envejecimiento de la piel, causando arrugas, líneas finas y una apariencia opaca.
Cómo se exterioriza el estrés: consecuencias en nuestra salud
El estrés puede tener múltiples consecuencias sobre nuestra salud desembocando en trastornos como las disfunciones sexuales, trastornos menstruales, problemas estomacales y genitourinarios, infecciones frecuentes, depresión, abuso de alcohol y adicciones, trastornos de alimentación, diabetes, enfermedades cardiovasculares, dermatitis o cáncer.
Además, es importante considerar la importancia del autocuidado en la mujer, teniendo en cuenta la influencia del estrés durante el embarazo, asociándose en una reciente revisión sistemática de la Universidad de Granada a un mayor riesgo de que el bebé sufra obesidad, cólico del lactante y autismo.
(https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0266613821000188)
Tratamiento para el estrés
Para mantener a raya el estrés, es fundamental el autocuidado diario, tratar de conservar un espacio diario donde detenerse y poder mirar las propias emociones, hacer ejercicio físico, cuidar la alimentación. Por otro lado, es esencial dormir las horas suficientes que necesita nuestro cuerpo, ser conscientes de nuestras limitaciones y regular la autoexigencia.
Debemos poner límites sanos a personas en nuestro entorno y tomar tiempos de descanso diario donde poder desconectar, así como días completos donde hacer desconexiones aún mayores.
Y tú, ¿Crees que en general te cuidas de no tener estrés?
En nuestro Centro intervenimos utilizando preferentemente la terapia EMDR para estabilizar/relajar el sistema nervioso, aplicando además protocolos para el estrés continuado que disminuyen el estrés acumulado en el tiempo. De esta manera, la persona puede liberar tensión física, emocional y mental durante la sesión, reforzando de manera positiva patrones de autocuidado para que los aplique en su día a día.
Nuestro gabinete realiza este tipo de terapias con el fin de acercarnos más y poder solucionar los problemas de nuestros pacientes, de forma directa y sensible, permitiéndonos realizar un proceso de sanación acorde con las necesidades de cada persona.