Comprender los 4 tipos de apego y las conexiones emocionales que forjamos es esencial para revelar los secretos detrás de nuestras interacciones y nuestra salud emocional.
Sumergirnos en el concepto de apego nos permite descubrir ese vínculo intangible que entrelaza el tejido de nuestra existencia emocional y nuestras relaciones sociales.
¿Qué es el apego?
El apego se puede definir como el lazo afectivo que se forma entre dos seres (una conexión emocional) que los une en el tiempo y el espacio.
Se distingue por su objetivo de buscar y mantener una cercanía con el objeto de apego, que puede ser cualquier persona o animal con el que se establece un vínculo emocional significativo, manifestándose a través del deseo de contacto físico cercano o interacción.
Teoría del apego de Bowlbi
La Teoría del Apego de John Bowlby, quien fue uno de los psicólogos más influyentes del siglo XX, se fundamenta en la idea de que las experiencias tempranas con figuras que ofrecen protección, principalmente los padres, tienen una influencia significativa en la personalidad y la salud mental futuras de las personas.
Bowlby se enfocó en demostrar que incluso breves separaciones entre el bebé y sus padres durante la primera infancia tienen consecuencias importantes para el desarrollo posterior, afectando su personalidad.
Esta teoría propone que el apego no depende de la personalidad de la madre, por lo que los bebés pueden desarrollar apego incluso hacia madres que son ausentes o inconsistentes en su cuidado (a veces satisfaciendo sus necesidades y otras no), e incluso hacia madres que presentan comportamientos agresivos y crueles. Son los sistemas de apego los que explican este fenómeno aparentemente paradójico, donde el instinto de buscar proximidad con la madre prevalece en el bebé.
De hecho, Bowlby aclaró que es inherente al ser humano el aferrarse a una figura de apego, no solo durante la infancia sino a lo largo de toda la vida, incluida la edad adulta y la vejez. Esto se debe a que, según Bowlby, el apego a figuras primarias como los padres y cuidadores, y también a otras personas importantes, es parte del instinto de supervivencia humano. Sentir proximidad con estas figuras de apego cumple la función de protegernos ante posibles peligros.
La situación extraña de Ainsworth
Siguiendo a Bowlby, en 1964, Mary Ainsworth inició un trabajo de investigación enfocado en la observación del vínculo entre la madre y el bebé.
Este estudio registró en diversas escalas el nivel de sensibilidad materna hacia el bebé, otorgando mayor importancia a la calidad de las interacciones que a su intensidad.
Definió la sensibilidad materna como la capacidad de la figura de apego para captar e interpretar adecuadamente los patrones de comunicación del bebé y satisfacer sus necesidades.
Ainsworth entendió que la sensibilidad de la figura de apego (sea madre, padre u otros cuidadores importantes) estaba directamente relacionada con los patrones de apego desarrollados por el bebé.
Experimento «La situación extraña»
La «Situación Extraña» se estableció como un experimento estandarizado en un laboratorio, donde se preparó una sala especial con dos sillas y varios juguetes accesibles para el niño, además de una cámara de video y una pantalla de visión unidireccional.
El objetivo era permitir a los investigadores observar, mediante la pantalla, la conducta de apego del niño ante una situación desconocida.
En la primera fase del experimento, la madre entraba a la sala con el niño y comenzaban a jugar. Luego, un adulto desconocido para el niño entraba en la sala y, en ese momento, la madre se retiraba, dejando al niño con el extraño. Tras tres minutos, la madre regresaba, produciéndose el reencuentro con el bebé.
Posteriormente, tanto la madre como el extraño abandonan la sala, dejando al niño solo. Al final, la madre retornaba, dando lugar a un reencuentro final con el bebé.
Este último reencuentro es considerado esencial para entender la organización del apego en el niño. Analizando su comportamiento durante este último encuentro, se lograron identificar los 4 tipos de apego infantil.
El experimento realizado para examinar la calidad del vínculo de apego entre los bebés y su principal cuidador se centró en observar las reacciones de los niños frente a breves separaciones y reencuentros con su madre y/o una persona desconocida.
Para la evaluación de la prueba, se tomaron en cuenta cuatro criterios:
- La ansiedad que provocaba en el niño la separación de la figura de apego.
- La reacción del niño al reencontrarse con la figura encargada de su cuidado.
- El uso de la figura principal como base de exploración.
- La reacción e interacción del niño con la figura desconocida.
Los tipos de apego
Los 4 tipos de apego en la infancia
Mediante estos estudios se distinguieron tres tipos principales de apego infantil: apego seguro, apego evitativo y apego ansioso-ambivalente.
Posteriormente, Main y Solomon (1990) incorporaron la categoría de apego desorganizado.
Es crucial reconocer los 4 tipos de apego ya que juegan un papel importante en el desarrollo de nuestras relaciones y cómo nos vinculamos con los demás a lo largo de la vida.
Apego seguro
El apego seguro se caracteriza por la confianza del niño en su figura de apego como una base segura desde la cual puede explorar su entorno.
Cuando la madre se ausenta, la intensidad de la exploración disminuye. En estos momentos, o ante momentos de “situación extraña”, la angustia puede emerger como una de las emociones predominantes, manifestándose en distintos grados de intensidad.
Sin embargo, al regresar la madre, el niño experimenta alegría y se tranquiliza, recuperando su sensación de seguridad y calma.
Apego ansioso ambivalente
El apego ansioso-ambivalente en la infancia se distingue del apego seguro por la resistencia del pequeño a explorar su entorno cuando su madre está cerca, debido al temor de alejarse demasiado de ella.
Esta ansiedad se intensifica cuando la madre se ausenta, momento en el que el niño puede experimentar una angustia profunda y mostrar un alto grado de inquietud.
Apego evitativo
El apego evitativo o ansioso evitativo se caracteriza porque los niños y niñas adoptan una actitud de indiferencia frente a la separación de sus figuras de apego, mostrando poco o ningún signo de ansiedad durante dicha separación.
A su vez, al reencontrarse con la figura de apego, estos niños no buscan incrementar la interacción o el contacto físico, sino que tienden a evitarlo.
Ainsworth observó que, incluso en situaciones de estrés como la «Situación Extraña», estos niños no exteriorizan nerviosismo o inquietud de forma visible.
Sin embargo, se descubrió que internamente experimentan ansiedad, revelando una necesidad subyacente de contacto y seguridad por parte de la figura de apego, a pesar de no expresarlo abiertamente.
Apego desorganizado
El apego desorganizado o ansioso-desorganizado está directamente asociado con niños que han sido víctimas de situaciones traumáticas, como el abuso o el maltrato.
Este estilo de apego se caracteriza por la exhibición de patrones de comportamiento que reflejan tanto el apego ansioso-ambivalente como el evitativo.
Los niños con este tipo de apego muestran una mezcla de conductas contradictorias y desorientadas, lo que indica una lucha interna para gestionar sus sentimientos hacia la figura de apego en un contexto de inseguridad y temor.
Los 4 tipos de apego en la edad adulta
Desde que Bowlby en 1969 y Ainsworth en 1978 formularon la Teoría del Apego, esta ha emergido como una de las teorías fundamentales en el estudio del desarrollo humano y la formación de vínculos afectivos.
Según esta teoría, la calidad y la fortaleza de los lazos afectivos establecidos entre el bebé y sus principales figuras de apego, así como el grado en que se satisfacen sus necesidades durante la infancia, determinan el desarrollo de uno de los 4 tipos de apego principales.
Apego seguro en la edad adulta
Las personas con un estilo de apego seguro se caracterizan por su confianza al explorar su entorno y al establecer relaciones con otros, demostrando una manera estable y segura de interactuar socialmente.
En su infancia, mostraban una intensa búsqueda de cercanía con sus figuras de apego, manteniendo contacto frecuente y sintiéndose seguros de que sus cuidadores satisfarían sus necesidades.
Apego ansioso en adultos
Las personas con un estilo de apego ansioso suelen experimentar inseguridad, la cual se manifiesta en sus relaciones sociales.
Tienen una necesidad significativa de validación emocional, originada en la incertidumbre de su infancia sobre si sus figuras de apego atenderán o no sus necesidades, lo que generaba una respuesta inconsistente.
Como resultado, en su niñez, estas personas mostraban un intenso deseo de cercanía y contacto con sus figuras de apego, buscando asegurarse de que sus necesidades serían satisfechas.
Esta inseguridad puede llevarlos a establecer relaciones tóxicas o poco saludables en la edad adulta, donde buscan constantemente la validación externa y pueden experimentar altos niveles de ansiedad si no se sienten suficientemente valorados.
Apego evitativo en adultos
Las personas con un estilo de apego evitativo frecuentemente experimentaron una falta de respuesta a sus necesidades durante la infancia, e incluso pudieron haber sido rechazadas al intentar expresarlas.
Esta situación hace que tiendan a buscar menos la cercanía en sus relaciones, utilizando la distancia como un mecanismo de protección emocional. A menudo, muestran una aparente independencia emocional y prefieren manejar sus necesidades por sí mismos.
Desde su niñez, demostraron una tendencia a evitar la cercanía con sus figuras de apego y mantuvieron un bajo nivel de contacto, configurando un patrón de evitación como estrategia de adaptación.
Apego desorganizado en adultos
Las personas con un estilo de apego desorganizado experimentan inseguridad en sus relaciones, manifestando una incapacidad para establecer un sentido de seguridad con los demás.
Este estilo se caracteriza por alternar entre la búsqueda de conexión y el mantenimiento de una distancia emocional, lo que resulta en la formación de vínculos ambiguos y confusos. Esta ambivalencia suele estar vinculada a experiencias traumáticas durante su infancia.
En esa etapa de sus vidas, mostraban resistencia hacia sus principales figuras de apego, simultáneamente buscando cercanía y manteniendo contacto, lo que refleja una compleja dinámica de necesidades emocionales no resueltas.
Importancia de conocer los tipos de apego
Nuestro estilo de apego influye de forma significativa en nuestras interacciones con otros, incluyendo familiares, parejas, amigos, colegas y conocidos, así como en nuestra relación con nosotros mismos, afectando a nuestro autoconcepto, autoestima, confianza, y capacidad de ser autónomos. También juega un rol crucial en cómo manejamos nuestras emociones.
Por ello, es esencial ser conscientes de nuestro estilo de apego, ya que esta conciencia nos permite mejorar aspectos fundamentales de nuestras relaciones, una mejor gestión del estrés y, en última instancia, el disfrute de una mejor salud, bienestar y una mayor calidad de vida.
¿Puedo cambiar mi estilo de apego?
Aunque los patrones de apego se establecen en las primeras etapas de nuestro desarrollo como mecanismos de adaptación al entorno, es posible modificarlos posteriormente. Esto se logra abordando las heridas de apego originadas en la infancia y efectuando cambios paulatinos mediante terapia.
En Psicología Estrella, nos especializamos en terapia centrada en el apego, donde trabajamos con recuerdos de la infancia y experiencias subsiguientes.